Jenaro pinta porque no tiene otra opción de expresar lo que piensa, siente y sueña: "para mí la libertad es una raya que traspasa el cuadro. Para mí pintar es una forma de morir más lentamente. Rayo, porque además de ser mi forma y mi mecanismo para continuar viviendo, siento dolor. Mi desgarramiento no es sólo por lo que se mueve bajo mis pies, sino, sobre todo, por la tragedia que se mueve bajo los pies de todos los seres que pueblan el mundo".
Una mirada a sus cuadros, descubre al hombre concebido como una línea que cruza el mundo. En su obra "no hay denuncias, sino mitos y ritos de lo trágico, la violencia habla con su propio lenguaje y con imágenes y símbolos, donde lo primigenio se manifiesta con las formas esquemáticas y sencillas, con los colores de una música enigmática que recuerdan la modernidad vanguardista. Apunta Jenaro: "mi única militancia es el arte que para mí es la vida". Y lo es, porque además de todo lo dicho, no puede vivir sin pintar.